Vaya tela esta chirigota de Cartagena. No quiero recordar el momento en el que con un bote de orín en las manos amenazaban con dejárselo allí a las ninfas para que lo guardaran y venir a recogerlo el año que viene. Al final recapacitan y se llevan sus meados con ellos, amenazando con volver.
No, por favor, no, llévate tus efluvios mingitorios a Cartagena y espárcelos allí por las esquinas. Cádiz, como si no existiera. Hazme caso. Cartagena es mucho más bonito. Precioso diría yo.
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